Identificación colectiva |
No
hay identidad del Yo sin identidad del Nosotros. [1] Norbert Elias
La "pertenencia" a algún grupo humano, prescindiendo ahora de relaciones tales como los lazos biológicos que unen a las madres con sus hijos, es siempre una cuestión de contexto y definición social, por lo general negativa -es decir, se especifica la condición de miembro del grupo por exclusión-. E. J. Hobsbawn No obstante, una forma de identificación en particular ha determinado sobremanera la vida comunitaria, sobre todo en los dos últimos siglos, se trataría de la identificación territorial y la idea de nación. Hoy en día, enfrentarnos a un "nosotros" y a una identidad comunitaria estaría profundamente marcado por las formas de identidad territorial, con todas las cargas históricas sobre fronteras y conflictos bélicos que ello conlleva. Cualquier situación de esta índole permite la constitución de un "otros" sin el cual no podríamos definir un "nosotros" [4] . Al respecto Hobsbawn matiza "una institución que establece un principio de autoridad sobre cada uno de los habitantes de un trozo del mapa. Si esa persona es un "ciudadano" el Estado reivindica el derecho a obtener -por encima de cualquier otro tipo de exigencias individuales- su lealtad, su amor, (i.e. el "patriotismo") y en tiempos de guerra, hasta su propia vida". [5] Un ejemplo al respecto viene también planteado por el mismo Hobsbawn cuando recuerda la siguiente anécdota: "En el censo polaco de 1931 se preguntaba a los habitantes de los pantanos de Pripet (a quienes nosotros probablemente clasificaríamos como bielorrusos) que especificasen su nacionalidad. Ellos no entendieron la pregunta y respondieron: "Somos de aquí". [6] Esta forma de identificación (territorial) que podemos considerar relativamente nueva es paradigmática de la organización de las comunidades y naciones en los últimos siglos. Su determinación requiere de ese doble proceso de diferenciación y generalización necesario para identificar un "nosotros" y un "otros" separados por fronteras. No obstante, tal como afirma Dal Lago, la persona [7] , como ser social y en relación a una identificación comunitaria lleva implícita la definición de un "no-persona" (nonperson). Un término que no existe en castellano y que en inglés tiene un significado específico que no halla correspondencia en las principales lenguas europeas, "(s)egún el diccionario Webster, significa "persona que, generalmente por razones políticas o ideológicas, es excluida de todo reconocimiento o consideración" [8] . De hecho si damos una mirada a nuestro pasado, no podemos sino verificar que normalmente la convivencia entre diferentes identidades colectivas ha supuesto la dominación de unas sobre otras. La manera de entender la identidad colectiva habitualmente ha ido unida al conflicto por delimitar y ampliar fronteras de diferenciación de los "otros". A este hecho cultural y político, señala Silveira Gorski, se uniría otro de carácter psicológico-sociológico: las grandes dificultades que supone "la formación de la identidad en un marco social integrado por distintos grupos culturales". [9] Las identificaciones comunitarias han tenido en la última década un elemento de complejidad añadido. A la convivencia de comunidades regidas por la estructura-Estado, articuladas en base a una identificación y organización (legislativa, económica, social, ...) territorial, cada vez más mezcladas por los movimientos migratorios y por la aparición de múltiples comunidades de "otros" en su seno, se une la convivencia en un espacio desterritorializado: Internet. El cambio de un "aquí" por un "ahora". La situación actual no nos hablaría, por tanto, de la convivencia en un espacio multiforme sino de la existencia de numerosos y pequeños mundos centrípetos, "una multiplicidad conflictiva de universos". [10] Nosotros -y digo precisamente nosotros en cuanto habitantes de este continente y de sus lenguajes- desde hace relativamente poco tiempo hemos despertado de un sueño, o mejor dicho, de una ilusión, a saber: que fuesen los grandes imperios, los grandes conglomerados más o menos totalitarios o tiránicos los productores de conflictos, guerra, destrucción y exilio." (...) En realidad la historia de este siglo, marcada por una política iluminista-romántica, es la historia del fin progresivo de todo espacio de cohabitación. Mássimo Cacciari
[2] BERGER, P. Y TH. LUCKMANN: La construcción social de la realidad, Buenos Aires, Amorrortu. [3] HOBSBAWN, E. J.: "Identidad", en GORSKI, H. C. (ed.): Identidades comunitarias y democracia, Madrid, Trotta: pp. 47-63. [4] "Sin los "otros" no hay necesidad de definirnos a nosotros mismos." HOBSBAWN, E. J.: Op. cit. [5] Ibid. [6] Ibid., 56. [7] "(E)n francés, personne indica, entre otras cosas, "el rostro humano", esto es el hombre en tanto que visto por otros, inserto en una red de miradas, de relaciones, de socialidad." DAL LAGO, A.: "Personas y no-personas", en GORSKI, H. C. (ed.): Identidades comunitarias y democracia, Madrid, Trotta: pp. 127 -144. [8] Ibid., 130. [9] SILVEIRA GORSKI, H. C.: "La vida en común en sociedades multiculturales. Aportaciones para un debate", en GORSKI, H. C. (ed.): Identidades comunitarias y democracia, Madrid, Trotta: pp. 11-44. [10] CACCIARI,
M.: "La paradoja del extranjero", en GORSKI, H. C. (ed.): Identidades
comunitarias y democracia, Madrid, Trotta: pp. 147-153. |