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Hagamos como que el espejo se vuelve tenue como la gasa, y que podemos atravesarlo. ¡Mira, pero si se está convirtiendo en una especie de niebla! Será bastante fácil pasar... Lewis Carroll: Alicia a través del espejo.

La identidad mediada por un interfaz contará cada vez más con dispositivos orientados a reproducir la complejidad de lo sensible, reproducir de maneras cada vez más exactas el sonido de la respiración, el tacto de una piel lejana, los olores de otros lugares. El interfaz permite mediante estrategias de desplazamiento "ser por otro", de manera que el uso de los campos tecnológicos de mediación y representación simbólica convierten en inevitable esta deriva hacia el "otro". El interfaz no es la afirmación cerrada, más bien la pregunta y el anuncio de posibilidades. El interfaz es un "más allá y a través del espejo", un trazado de la identidad que especula su proyecto en la afirmación de la multiplicidad no declinada en el inquirirse del "yo" como dominio también del "otro", de todos los "otros".

Cruzando a través del interfaz podemos construir identidad e incluso género, podemos crearnos de manera artificial un cuerpo y una personalidad a la carta (sujetos poshumanos). En varios proyectos de net.art (por ej. en Bodies Incorporated de Vesna) podemos hacerlo mediante injertos, intercambios de caras, brazos, torsos, piernas ... hechos de aire, cristal, tierra ... la posibilidad de elegir sexo, sexualidad, personalidad e interactuar con otros, sobrepasa la apariencia lúdica del proyecto y cuestiona un futuro (no de ciencia ficción) donde las tecnologías permitirán a niveles más cotidianos la utilización de sofisticados cuerpos (interfaces) de usar y tirar.

Estas estrategias de (auto)creación están basadas en el injerto, en la re-contextualización de fragmentos, en el copy-paste, y convierten el interfaz, como campo de mediación intersubjetiva, en un nuevo espacio cognoscitivo del ser. Cuerpos articulados con escrituras digitales que interrumpen los discursos de la dualidad cuestionando la inmóvil "mismidad" del sujeto en las múltiples morfologías del interfaz, condicionando su inscripción y acción social al efímero de su duración, a su genuina temporalidad y total contingencia.

"Al otro lado" del interfaz existe una zona donde todos "los canales y sentidos se enredan en la impura promiscuidad de todo lo que toca, rodea y penetra sin resistencia" [1] . Zona en la que ya no tenemos un cuerpo sexuado para escondernos, sino un espacio versátil con el que actuar; donde el condicionamiento que la edad, la raza o el sexo inducen en el mundo físico queda demolido sistemáticamente en su estructura material. La huida de las apariencias en la pantalla, en las imágenes oscilantes, supone la huida de los cuerpos y de lo material, un viaje a otros espacios donde los individuos "se separa(n) a sí mismo(s) de los fundamentos, de su relación empírica con la matriz que pretende(n) investigar" [2] . En este contexto la pantalla-interfaz como el espejo de Alicia sugieren, en cierta manera, "algún tipo de espacio real más allá de las pantallas, algún lugar que no puedes ver pero que sabes que existe" [3] .

"Cruzando" el interfaz cedemos ante el "ser" múltiple, pero recordemos que "(l)o múltiple no sólo es lo que tiene muchas partes sino lo que está plegado de muchas maneras" [4] . Según Deleuze [5] los representantes del mundo son esos pequeños pliegues en todos los sentidos, pliegues en pliegues, sobre pliegues, según pliegues. El interfaz tendría entonces algo de esos rostros vacíos que son a la vez cualquier rostro posible, esos rostros de las jóvenes edades fronterizas que oscilan entre la inexpresividad del rostro inmaduro y la vocación de ser todos los rostros. Interfaz como esa carencia de rasgos, de gesto propio, pero a la par la posibilidad latente de transmutar la identidad de cualquiera. El interfaz absorbe esa dimensión del sujeto que se disipa en el reconocimiento de su propia contingencia. Tensión de virtualidad, no ser nadie y ser cualquiera, sin nombre. El interfaz como rostro es un laboratorio de experimentaciones activo.

Toda modulación del aspecto comparece como una tensión de lo posible. Los rasgos viables no serían reminiscencia o residuo, no todavía. Vía de paso de la singularidad por el espacio múltiple que la inscribe hacia la multiplicidad.

La pantalla misma es la membrana cerebral donde se enfrentan inmediatamente, directamente al pasado y el futuro, lo interior y lo exterior, sin distancia asignable, independientemente de cualquier punto fijo (...). Las primeras características de la imagen no son el espacio y el movimiento, sino la topología y el tiempo [6] . Gilles Deleuze


[1] BAUDRILLARD, J.: The Ecstasy of Communications. Nueva York, Semiotext(e), 1988: p. 27.

[2] IRIGARAY, L.: Marine Lower of Friedrich Nietzche, Nueva York, Columbia University Press, 1991: p 133.

[3] Larry McCaffrey "Interview with Willian Gibson", citado en: MCCAFFREY, L. (ed.) Storming the Reality Studio: p. 85.

[4] DELEUZE, G.: Op. cit. (1989): p. 11.

[5] Ibid., 112-113.

[6] DELEUZE, G.: La imagen-tiempo, Barcelona, Paidós, 1986: p. 17.