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  DOING- UNDOING -- NO SER IDENTIFICABLE / NO SER NADIE


Ver desfilar un paisaje por la ventanilla del vagón y del coche o mirar la pantalla del cine y del ordenador como se mira a través de una ventanilla, a menos que el vagón o la cabina se transformen a su vez en salas de proyección... ferrocarril, coche, jet, teléfono, televisión... nuestra vida entera transcurre en las prótesis de los viajes acelerados, de los que ya ni siquiera tenemos conciencia. [1] Paul Virilio


La identidad del que deriva en la red, navegando y produciendo identidades infraleves, identidades-mosca, es propia de aquel viajante que no quiere ser nadie. Para semejante propósito, indica Hughes, ha de estar simultáneamente en todas partes y en ninguna, no ser identificable, no ocupar un lugar determinado. La sensación de "no ser nadie", propia del que deriva por la red, tendría además un papel liberador, diría incluso, un papel curativo, cercano al del acto de mirar una pantalla de cine y sentirnos autorizados para todas las identificaciones y proyecciones posibles. La deriva on line nos sitúa en la posición que Derrida denominaba de "mirones invisibles" [2] . De manera que la deriva aludiría más, en este sentido, no a un saber, ni a una memoria presente y activa (más propia de la lectura), sino a emociones, identificaciones y proyecciones, aludiría más a nuestro pasado. Esta alusión estaría suscitada, si seguimos el razonamiento expuesto por Bourdieu en relación a los medios de masas, por la velocidad que sólo permite un fenómeno de intercambio de "ideas preconcebidas" [3] , éstas son las únicas que consienten la velocidad porque ya estaban en nosotros. Las ideas que ya teníamos, los tópicos, los pensamientos de la colectividad, son los únicos capaces de aguantar esta aceleración del tiempo, satisfaciéndonos en la superficialidad y alimentando nuestra posición relajada de "mirones invisibles" del mundo.

Pero volvamos a la idea primera, al valor terapéutico y liberador de Internet para la identidad. Las impresiones generadas por la velocidad que nos permiten estar y no estar al mismo tiempo, activar la sensación de ausencia. Al respecto, recordamos aquel comentario de Virilio:

(L)a velocidad del transporte multiplica la ausencia. Antaño se le aconsejaba al neurasténico viajar para olvidar, viajar paliaba la tentación de suicidio oponiéndole un sustituto: la pequeña muerte de las partidas, la rapidez del desplazamiento equivale ahora a la desaparición en la fiesta sin mañana del viaje y significa, para cada uno, una suerte de repetición en diferido de su último día [4] . Paul Virilio

La deriva sería por tanto una consecutiva búsqueda de ausencias en el desplazamiento. Una contemplación estética y no práctica, si como tal (búsqueda estética) entendemos una manera de acceder a lo visual carente de intencionalidad, derivar por derivar, olvidando el motivo primero por el que entramos en la web.

La ausencia ubicua del que usa Internet permite no ser nadie a quien no quiera ser alguien. Recordando nuevamente a Hughes, hay que estar a la vez en todas partes y en ninguna. La ausencia ubicua es una ausencia del cuerpo, donde el nivel semiótico de la cultura, condicionada por lo corpóreo, se libera en un movimiento rompedor de deconstrucción del yo. En esta línea, la identidad es repensada y definida más como pregunta que como respuesta. La identidad surgiría en espacios del "otro", donde se experimenta la diversidad y podemos desprendernos (aun temporalmente) del estigma de nuestro sexo, edad o raza. Doing-Undoing, seres código, pronunciamientos a la espera de ser interceptados, palabras lanzadas a un espejo de ecos hasta encontrar una fisura, un engarce con algún otro ser -maquina o cyborg (materializado en una acción doing-undoing) que deambula por la red.

Así, el que desea no ser identificable disfruta con la ausencia ubicua propia de los medios tecnológicos, pudiendo llegar a la situación expuesta por Virilio cuando observa cómo Chateaubriand encierra en un breve espacio sus grandes esperanzas: "Las habitaciones donde desea estar son exiguas y todas parecidas, aun si se hallan en las antípodas" [5] .

Así, el que desea no ser nadie actúa y se presenta con diferentes identidades, "juega a ser". Estar en todas partes y en ninguna sería contrarrestado con la recreación de lugares comunes, el refugio en la singularidad dentro de un mundo cambiante. En esta línea, señala Toni Negri: "Un contexto vital (el desterritorializada de la subsunción) siempre potencial, siempre en bruto instaura un permanente "no sentirse como en casa" que sólo en los lugares comunes en la potencia del intelecto puro encuentra la posibilidad de un refugio. Sólo la repetición de los mismos lugares comunes del general intellect nos permite aferrar, en la sobreabundancia de mundo del contexto sensible -siempre cambiante y potencial- la singularidad y la unicidad sin aura de las multiplicidades mundanas. Ahora bien, ni el ethos comunitario ni pertenencia fundamental alguna pueden ofrecer refugio a aquellos que sólo disponen de su general intellect como único repertorio temático frente al contexto sensible amenazante." [6]


[1] VIRILIO, P.: Estética de la desaparición, Madrid, Anagrama, 1988: p. 68.

[2] Esta idea está sugerida en las entrevistas realizadas a Derrida en París el 10 de julio de 1998, por Antoine de Baecque y Thierry Jousse, y el 6 de noviembre de 2000, por Thierry Jousse. Transcripción y edición Stéphane Delorme. Publicado en Cahiers du cinéma, n° 556, abril 2001.

[3] BOURDIEU, P.: Sobre la televisión. Anagrama, Barcelona. 1997: p 39.

[4] VIRILIO, P.: Op. cit.: 1988: p. 74.

[5] Ibid., 26-27.

[6] NEGRI, T.: Op. cit.: p. 16.