8
Identidad < -- Identificación colectiva < -- Colectividad on line < -- Políticas de la identidad sexuada en Internet < -- Mapas < -- pdf <
132

 

  LOADING - DOING -- CONVERSADORES VOLÁTILES, SE ESCONDEN, DESAPARECEN


En los medios la identidad no produce representaciones, son las representaciones las que producen identidad. Pensemos en los espacios de conversación instantánea, fábricas de cuerpos textuales, de géneros y de sexualidad, pensemos en los chats: encuentro y conversación rápida, excurso del "no sentido" donde quien entra asume que accede a un espacio de ficción aunque, paradójicamente, nuestras manifestaciones puedan ser más auténticas que las que mostramos off line.

El individuo, sin cuerpo propio, se vuelve "construcción artificial donde se adhiere el deseo del otro" [1] . En esta apariencia, la simulación, la mentira potencial alcanza su mayor grado, se hace fuerte en el misterio y la duda, pulsiona la realidad y lo inventado, el cuerpo y el deseo. En un campo donde el sujeto desaparece y se maquilla un personaje no importa quien eres, sólo que converses. Identidades como soplos, como insectos que viven el tiempo que dura una conversación. Se trataría parafraseando a Spinoza en boca de Baudrillard de "transferir la voluntad al mundo, la responsabilidad de concebirnos en un espacio regido por el pensamiento impersonal del otro." [2]

Sin embargo la especificidad del chat respecto a otros dispositivos como el e-mail viene del lado de la delimitación de un espacio de consentimiento del "no sentido" donde quien entra asume que accede a un espacio de ficción que puede ser más real que la propia realidad.

En el chat, los distintos niveles de manifestación del lenguaje tienen lugar y esconden una totalidad abstracta, lo que no se dice y sin embargo circula como pacto implícito entre los chateadores en busca de la práctica seductora, generando un diálogo de preguntas y respuestas sobreentendidas, donde la lógica ritual alcanza su mayor grado. Baudrillard diría que "la ausencia seduce a la presencia", para Virilio sería tal vez una "estética de la desaparición".

Loading-doing, chat, ideal para los que quieren contactar con otras personas sin desplazarse ni preocuparse (a priori) por su aspecto físico, para los que quieran inventarse un cuerpo, un género, una sexualidad, para los que quieran ser ellos mismos. En el chat se produce una desviación de aquello que nos aprisiona (lo matérico, el cuerpo) para converger en una lógica ritual.

El chat esconde los temores y envalentona a los individuos (quien no lleva a un "otro" dentro). Libera a los sujetos del miedo al que dirán, no importa nuestra cara, qué llevamos puesto, el color de nuestra piel, nuestra edad. Prescindir del cuerpo es un alivio, nos permite fluir, dejarnos llevar y "construirnos" cada vez. "Construirnos" contextualmente, ser con el otro, ser en tanto que acontecemos. En el chat encontramos nociones estereotipadas del género, divergencia primera para caer en la convergencia de forjarnos una personalidad acorde con nuestros propósitos. Hacer y deshacer como prótesis de identidad de nuestras vidas outside.

Tal vez el chat sea uno de los dispositivos de Internet donde más se nos piensa. Protegidos por un avatar en el chat buscamos algo imprevisto, dejar nuestra voluntad en manos del mundo, de Internet, ponernos en el camino y esperar a que el mundo nos de una sorpresa, que el/la/lo que soñamos nos abra un privado. Lanzarnos a la indeterminación y a la seducción pura.

Es precisamente esta búsqueda lo que engancha del chat. La probabilidad de encontrar un destino sorprendente ya, de seducir y ser seducido rápido, de ampliar las posibilidades de encontrar entre una base de datos muy superior al número de conocidos y amigos de nuestro entorno físico. Conocer a alguien que no sabes si existe, dejar que Internet nos piense, ponernos en manos del azar. "Mientras actúa este destino, la probabilidad de cualquier acontecimiento, aunque no haya tenido lugar, jamás se agota. Y de ahí viene el acontecimiento de una vida, de esta gracia actual de coincidencias y nunca de un encadenamiento de las causas." [3]


[1] BAUDRILLARD, J.: De la seducción. Madrid, Cátedra, 1994: p. 83.

[2] BAUDRILLARD, J.: Op. cit . (2000): p. 91.

[3] Ibid., 86.