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-- IDENTIDAD POSCUERPO
La identidad poscorpórea puede ser entendida como una perspectiva argumentativa de una política no esencialista, que reivindica identidades en proceso, donde la materia de nuestro cuerpo parece quedar atrás y aparece sólo como una "pantalla de protección-proyección" [2] . De otro lado, una lectura de la identidad poscuerpo supone la creación de un ámbito para el "no sentido" [3] , Internet como espacio donde el sujeto desaparece y se maquilla un personaje. Justamente es éste el campo donde ha estado la mujer históricamente, y donde algunos sitúan la feminidad (el ser alienado de la mujer) cuando la alianza de las apariencias se enfrenta al sentido envolviéndolo en un ritual lúdico. Una identidad poscorpórea estaría además condicionada por las nuevas formas textuales y audiovisuales de representación del sujeto. Las estrategias de desplazamiento que marcan las claves de estas formas de producción de identidad poscorpórea serían significativas a este respecto, claves que nos hablan del hecho de poder cruzar fronteras [4] mediante la pantalla que nos descorporeiza. Se produce así un desplazamiento no sólo de las fronteras que nos sitúan en espacios y tiempos diferentes, sino las del mismo cuerpo y las del rostro. Internet se posiciona en esta línea como espacio fronterizo donde se produce subjetividad poscorpórea, anunciando una "imagen de la identidad escindida de la imagen del cuerpo" [5] . Una sombra de duda permanece, increpando desde el límite del conocimiento - la duda de que una vez nuestros cuerpos fueron inanimados, nuestra materia gris mordisqueaba fuera de nano-máquinas infinitesimales y código de memoria informática, nosotros podíamos despertar y descubrir que algo inefable se había perdido en el viaje. En ese momento, podíamos descubrirnos pensando en Gabe, en Synners, que se encuentran inesperadamente cara a cara con el peor de los miedos vagando perdido hacia el ciberespacio: no puedo recordar lo que se siente al tener un cuerpo ... el quería gritar de frustración, pero el no tenía nada con qué gritar. Mark Dery
[2] IRIGARAY, L.: Op. cit. (1991): p. 87. [3] Aquello contra lo que el discurso tiene que luchar no es tanto el secreto de un inconsciente como el abismo superficial de su propia apariencia y si tiene que triunfar sobre algo, no es sobre los fantasmas y las alucinaciones grávidas de sentidos y contrasentidos, sino sobre la superficie brillante del no sentido y de todos los juegos que permite. BAUDRILLARD, J.: Op. cit. (1994): p. 56. [4] Entendemos el hecho de "cruzar fronteras" en el sentido planteado en: DELEUZE, G. Y GUATTARI, F.: Nomadology: The war machine. Nueva York, Semiotexte, 1986. [5] NAKAMURA, L.: Op. cit. (2002): pp. 321-332. |