8
Identidad < -- Identificación colectiva < -- Colectividad on line < -- Políticas de la identidad sexuada en Internet < -- Mapas < -- pdf <
33

 

  LOADING-DOING -- PSICOANALIZANDO-MAQUILLANDO


Los que pueden o intentan preservar una vida que neutralice tanto el lujo como el horror deben acondicionarse un "interior": jardín secreto, hogar íntimo, o más sencillamente y más ambiciosamente, una vida psíquica. [1] Julia Kristeva

En una época donde aumenta a ritmos trepidantes la demanda de cirugía estética y las ventas de cosméticos, donde las dietas proliferan casi tanto como la tiranización mediática de los cuerpos perfectos; en una época donde pareciera que "el cuerpo está en alza" aumenta incontrolablemente la desilusión por nuestra imagen corporal.

La preocupación por la apariencia va unida a un intento por reducir la tensión del que uno es. Cremas que modifican el rostro y el cuerpo, bien rejuveneciéndolo, enmascarándolo, adelgazándolo... Quirófanos, gimnasios, "lugares del pliegue", que tranquilizan a los que sueñan parecerse a un modelo estético tirano y homogeneizador. La cultura visual propia de nuestra época contribuye en la campaña mediática de "culto al cuerpo". La salvación mediante el esfuerzo se da vislumbrando una posibilidad de que uno mismo arregle lo que a priori parece condicionado por la naturaleza.

Pero qué pasa cuando entra en escena un dispositivo que permite (manteniendo complejos, estereotipos y prejuicios sobre lo que somos) prescindir del cuerpo temporalmente. Qué pasa cuando la cirugía y el maquillaje son tecnológicos y el bisturí códigos informáticos.

Me maquillo desde los quince años. La cantidad de cremas con que pinto mi cara ha ido aumentando progresivamente con la edad. Ahora si alguien me pregunta que llevaría a una isla desierta uno de los primeros lugares de mi lista lo ocuparía sin duda maquillaje nº 12 mxf. No sé en qué momento el gusto por perfilar los labios y separar mi rostro del aire, con una (cada vez más densa) capa de maquillaje, se hizo dependencia, no recuerdo cuando cambié el brillo de labios por la extensa variedad de rojos carmín que ahora poseo. Ahora no hay marcha atrás, yo maquillada soy más yo que la otra, a la que casi no reconozco. No es extraño que en la desintoxicación de mi rostro haya optado por esconderme detrás de esta pantalla que me permite estar sin llevar el cuerpo conmigo. Aquí me maquillo con código y me escondo detrás de pliegues de texto que conforman mi nueva casa, mi nueva identidad [2] . Sussane Smoke

El maquillaje, como los pliegues de Bernini, no es un "arte de estructuras sino de texturas" [3] . La transformación del rostro y del cuerpo mediante las industrias del pliegue genera y se genera de una tensión con lo que parece inamovible y condicionante. La huída del modelo impuesto, como manera de reducir esa disonancia de la que nos habla Baudrillard [4] , nos sugiere una cierta inercia social como medida psicológica para escapar al modelo estético impuesto. Podríamos incluso pensar que el proceso por el que adquirimos las necesidades y deseos no es igual para todos ya que, tal como sugiere Baudrillard, "la resignación en el nivel inferior de la escala y la aspiración más libre en lo alto vienen a aumentar las posibilidades objetivas de satisfacción". El proceso de adquisición de la belleza está mediado inevitablemente por las jerarquías sociales también a nivel simbólico, de manera que hayamos más presión en aquellos que tienen más difícil el acceso a la belleza.

Si hay deseo (hipótesis de la modernidad) entonces nada debe romper la armonía natural y el maquillaje es una hipocresía. Si el deseo es un mito (hipótesis de la seducción) entonces nada prohíbe que sea representado por todos los signos sin limitaciones de naturalidad. Para Baudrillard la fuerza de los signos residiría en ese caso, en su aparición y su desaparición, de alguna manera, sería una forma de eliminar el mundo. El maquillaje actuaría, en este sentido, como una forma de anular el rostro, de anular los ojos con unos ojos más hermosos, de borrar los labios pintando otros labios. Esta "unidad abstracta que aproxima el ser humano al ser divino", esta vía prodigiosa y exagerada de la que habla Baudelaire, es el efecto de ese simple rasgo artificial que anula cualquier expresión. El artificio no aliena al sujeto en su ser, lo altera misteriosamente. "Opera esta transfiguración que conocen las mujeres ante su espejo, donde sólo pueden maquillarse si se anulan, donde maquillándose, obtienen la apariencia pura de un ser desprovisto de sentido. (...) Sólo lo falso puede alienar lo verdadero, pero el maquillaje no es falso, es más falso que lo falso (como el juego de los travestis), y en ello encuentra una suerte de inocencia, de transparencia superiores -absorción por su propia superficie, reabsorción de toda expresión sin traza de sangre, sin traza de sentido (crueldad desde luego y desafía), pero ¿quién está alienado? Sólo lo están aquellos que no pueden soportar esta perfección cruel, y no pueden defenderse más que con una repulsión moral" [5] .


[1] KRISTEVA, J. : Las nuevas enfermedades del alma, Madrid, Cátedra, 1995: p. 35.

[2] SMOKE, S. (2001): Cruzar fronteras, Briseño, Córdoba.

[3] DELEUZE, G. (1989): Op. cit., p. 155.

[4] BAUDRILLARD, J. (1994): De la seducción, Cátedra, Madrid., pp. 90-91.

[5] Ibid.