En su pronunciamiento la violencia disimula sus orígenes y las convenciones primeras por las que el hombre demostraba (la que pensaba era) su superioridad física y mental. Sin embargo, la violencia también es un efecto de la materialización del sexo en los sujetos, la materialización de su historicidad que convierte esta violencia en algo estructural. De hecho, esta consideración (estructural) ha supuesto ampararla bajo la denominación de asunto "privado". Aquello que contribuye al sostenimiento de un régimen de valores y a la conservación de las formas convencionales de relaciones de parejas y familias, escudando muchos comportamientos violentos bajo el calificativo de "normales" y cuando, por alguna circunstancia, traspasan "la puerta de la calle", vuelven (en voz baja) a su consideración de "asunto privado" ("cosa de parejas"). Si lo privado no se publica se convierte en una escritura invisible o, lo que es lo mismo de cara al mundo, se anula. Puede que en este punto, la red tenga algo más que decir. ¿Acaso un medio como Internet donde lo privado converge con lo público no ofrece nuevas maneras de entender la invisibilización de conflictos personales recluidos al ostracismo de "lo privado"? No se trataría solamente del "ojo que todo lo ve" y de que las webcams invadan nuestras casas convirtiendo la cocina en lugar de encuentro público, también se trataría de que los filtros para que lo público llegue sin pátina homogeneizadora a lo privado (y viceversa) son más viables en una red donde el usuario también produce y distribuye información. De otro lado, no podríamos menospreciar el cambio que "lo privado" mismo está sufriendo en las últimas décadas de lucha feminista y de activismo artístico. Si lo importante para una sociedad androcéntrica es mantener unos mecanismos de control para que la situación no se tambalee, desde el arte (ciber)feminista en Internet se pretende visibilizar y subvertir dichos mecanismos. OBRAS >>-- TEXTO >>